viernes, octubre 14, 2005

EL MITO QUE SE HIZO CARNE

Wild ones (salvajes 1954)

Eran los años 50, chicos “malos” ensuciaban las calles escupiendo tacos, unos sin ley que rompían el decorado social, creaban sus propios códigos, tanto en su forma de vestir como de actuar, vaqueros ajustados, camisetas ceñidas bajo chupas de cuero, pisando a fondo sus motos, desafiando a todo aquel que no les dejara pasar, mascando chicle con desaire y movimiento chulesco tras liquidar sus cajetillas de cigarrillos, el cabecilla era la delicia de miles de chicas. No hablo de Grease sino de Salvajes, dónde vi por primera vez a Marlon.

Un mito viviente, un genio, un coloso en llamas imposible de controlar, tan seguro y revolucionario en sus métodos de actuación que nos hacía creer los personajes sin pestañear. Un rostro impenetrable que se midió y codeo con los grandes sin encontrar a un igual, atrevido y arrogante, inconmensurable como llego a ser su figura, creando líneas y asentando lo que sería la nueva escuela de actores, ha dejado todo un arsenal de inolvidables interpretaciones que sobrepasan, en ocasiones, la propia obra.

Este ídolo de juventudes y modelo de muchos, fue seguido fielmente por su gran admirador James Dean y otros como Montgomery Cliff… hasta incluso en la actualidad, el malogrado River Phoenix o el gran Johnny Deep.

A todos nos quedo grabado en la memoria la impresionante escena en su segunda incursión cinematográfica, un tranvía llamado deseo, gritando a la desesperada el nombre de Stella bajo la lluvia, llorando como un niño que ha perdido a su madre, o su tremendísimo monólogo en Julio Cesar, sus silencios pausados acompañados de miradas sin rumbo en la ley del silencio, incluso atreviéndose con el musical maravillosamente en Ellos y ellas o su memorable oficial nazi en la menospreciada el baile de los malditos.

No tiene desperdicio este buscavidas de Piel de serpiente, tan descarado, consiguiendo seducirnos en el último tango en Paris hasta asustarnos su desfiguración en apocalipsis now o su espectacular forma de morirse en El Padrino. Se lo comía todo, no dejaba restos, ni en las breves apariciones, como la de Superman por citar alguna.

Se comenta que iba a clases de boxeo para que le rompieran la nariz, le molestaba ser tan guapo (ni con esas, hijo), al mismo tiempo se rompió el mismo el dedo pulgar de la mano derecha. Otra forma más de hacer más creíbles sus papeles.

Sayonara Marlon.

El Padrino - 1972

Con todo mi cariño para Thomas, la generosidad de un monstruo.

Un abrazo y Pura Vida para todos.

2 comentarios:

Thomas Canet dijo...

Gracias monstruosas del monstruo. Este texto se merecerá, como muchos otros, una ampliación, porque me quedo con ganas de mucho mucho más.

Hace unos días lo vimos en The Brave, menudo papel que saca en apenas 5 minutos, y creo que estaba casi todo improvisado. Increible.

La que espero tener un hueco para ver es Un tranvía llamado deseo, que la tengo bajada desde ni se sabe y todavía no he podido.

Un abrazo muy fuerte.

Thomas Canet dijo...

Yo encantado, y las que a ti más te apetezca comentar... faltaría más!

Quizá en sus ultimos papeles más de uno opinará que está ligeramente sobreactuado, excesivo, pero la fuerza y la delicadeza simultáneas no nos pueden dejar indifirentes.

A mi me impresiona mucho.