martes, septiembre 06, 2005

HENRI CARTIER-BRESSON

Hablar de Henri es hablar de uno de los grandes fotógrafos de todos los tiempos. Es acercarse a un anarquista libertario, a alguien que ha rechazado siempre los honores, la admiración y la adulación, al hombre invisible, a un fotógrafo que ha influenciado y sigue influenciando, de una manera u otra, a todos los fotógrafos en la actualidad.

Decir que empecé a hacer fotos por su culpa es algo que hoy en día suena banal, a tópico. Pero así fue. Le descubrí en el Musée d'Orsay, en Paris, no podía ser de otra manera, con su libro A propos de Paris. Lo que instantáneamente me chocó fue la portada. Una fotografía desde Notre Dame. El día anterior había estado allí con mis amigos, e instintivamente, hice la misma foto (o eso pensaba yo entonces, modestia aparte). Fue como una revelación. Abrí el libro y descubrí como su mirada se posaba sobre las gentes, sobre las escenas. Descubrí uno de los ojos más inteligentes que he visto en mi vida, la geometría que todo lo encuadraba, el número de oro, la armonía, enfín, su estilo.
Y sentí, que de alguna manera, era capaz de intentar hacer algo parecido. Que tenía algo que decir a ese respecto. Hasta ese momento, la fotografía me parecía muy emperifollada, técnica. Aquel libro lo viví como si estuviera escuchando una canción punk, con estrofas sencillas en las que me decía que la fotografía estaba en la calle, que cualquiera podía hacerlo, que solo era cuestión de mirar. A partir de entonces todo fue curiosidad y admiración por el fotógrafo y el hombre.

Y fueron apareciendo más fotos, más libros, más datos. En mi opinión, sus mejores fotografías se concentran en sus primeros años, antes de la segunda guerra mundial. Esa época, fructifera como pocas, cambió la concepción de la fotografía moderna. Sus imágenes dan muestra de una libertad, de una inteligencia, y de un surrealismo inagotable.

Después vino la guerra, los campos de prisioneros, el ser dado por muerto y los Estados Unidos. Robert Capa, que le recomendó que se orientara hacia el fotoperiodismo. La fundación de la agencia Magnum, la cooperativa de fotográfos más prestigiosa del mundo, en la que se encontraba la élite mundial de la fotografía. Casi todos los grandes nombres de esa generación han estado ligados a la agencia. Por citar solo a algunos: Marc Riboud, Ernst Haas, René Burri, Werner Bishof, Elliot Erwitt, Sergio Larrain, Eugene Smith, ... Hasta nombres actuales: Josef Koudelka, Miguel Río Branco, James Natchwey, Sebastiao Salgado...
Antes de que Magnum se convirtiera en esa torre de Babel que es hoy en día, los fundadores se repartieron el mundo. Como si fueran sus conquistadores: Capa, Europa; Cartier-Bresson, Asia; Rodgers, Africa; y Chim, América.

A partir de ese momento, Henri nos siguió regalando imágenes imborrables desde China (fue el único fotógrafo occidental que vivió en directo la revolución de Mao), India (presenció los funerales de Gandhi), pero perdió parte de su magia en el camino. Luego, vendría la teorización del sistema, el famoso instante decisivo, el filo negro en las fotos, que sigue atormentando a miles de fotógrafos. En la actualidad, se podría afirmar que todos los fotógrafos toman una posición con respecto al instante decisivo. Desde sus partidarios, hasta los que se oponen de forma rotunda, empezando por Robert Frank y su libro The Americans de 1957. Pero esa es otra historia...
En los 70 abandonó Magnum y la fotografía , en la que pensaba que había dicho todo lo que tenía que decir para dedicarse al dibujo. Una de sus últimas aparaciones públicas fue justamente en Photoespaña del año 2000, donde llegó a hurtadillas, fiel a su estilo, para sentarse en el patio del Conde Duque. Ahí es donde le robé esta fotografía...

Henri Cartier-Bresson. 2000 Posted by Picasa

Y recordando dos frases suyas:

Fotografiar es poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo eje

Viva la revolución permanente

Para disfrutar de sus fotos, nada mejor que la página de Magnum, está todo lo suyo, en acceso libre

www.magnumphotos.com

Un abrazo y Pura Vida.

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