jueves, septiembre 22, 2005

EL MISTERIO LEOPOLDO MARIA PANERO

Unas líneas para completar mi mirada. Fijar aquello que la cámara no pudo. Mi vivencia más allá de la película. Los silencios, los cambios de mirada. Los versos recitados a media voz.

Fotografiar a Panero

Una victoria personal. Por la supuesta dificultad del personaje. Por encontrar "al hombre agazapado en la neura". Voltear los tópicos de una conversación forzada. Los silencios como abismos. Responder a unos "¿Qué pasa, Thomas?" lanzados en un tono cada vez más dulce.

Afrontar el retrato. Soltando amarras. Para ir a donde cubre. Renunciar a los tópicos. Porque no quiero conformarme. Todo o nada. Es la única manera. En el barco, me acuerdo de una entrevista a Johnny Depp cuando dirigió a Brando en The brave: "No se puede dirigir a Marlon, solo hay que explicarle lo que buscas y dejarle... crear"

Fotografiar a Leopoldo.

Le expliqué mi idea. Un verso que me marcó, lo dice la calavera que hay entre mis manos. La semilla. La calavera de mi mochila. Hay que dirigir a Panero. Para que Leopoldo se asome. "Míreme!... Avance la cabeza!... Eso es!... Aguante!... Aguante!"

Hubo tiempo para las concesiones. Me dejé expoliar por él. Tabaco, comida, copas...Lo estipulado en el guión. Me llevó a sus lugares. Las cafeterías de la avenida Victoria, la Universidad, improvisando versos con los camareros. La dulcería y su chupito de leche. La librería y una sillita frente al estante donde reposan sus libros. Un "tugurio de mala muerte", donde se sienta a escribir con Felix Caballero. Las Palmas de Leopoldo. Visita guiada, ¿qué más puedo pedir?

Me abrumó su disponibilidad. Su pasividad como paciencia. Su indiferencia ante la cámara. Desafiante, casi insultante. "Gracias por aceptar que le haga fotos" - "A mi esto me hace mucha gracia".

Fotografiar a Leopoldo María Panero.

Fotografíar a la persona y a la leyenda. En una única imagen. Él, al que todo le da igual. Yo, intentando controlar hasta el más mínimo detalle. Las imágenes surgen lentamente, al final de cada nueva semilla. Hoy la cámara no me estorba, no pesa. Mido, trípode, reflector, decido la óptica, vuelvo a medir. Todo fluye, así da gusto. Al final, de nuevo lo inesperado "Thomas, gracias por las fotos, me gustaría hacerme una foto contigo".

Yo vi a un monstruo. A un hombre monstruosamente deformado por el sufrimiento. Y citando su Fábula de la cigarra y la hormiga

Veo el recuerdo de un hombre que tuvo vanidad y quiso conocer el misterio del mundo

Gracias a los que me aguantan, y a aquellos cuyo aliento siento siempre en el cuello. Pura Vida.

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