viernes, julio 22, 2005

UN CAMINO, UNA VIDA

Ghost Dog, the way of the samurai (1999)

Es viernes, como es habitual tengo sueño pero buen sabor de boca, no solo por el prolongado fin de semana que se nos avecina, sino por la película que vi ayer de noche, Ghost Dog, el camino del samurai de Jim Jarmusch, cineasta independiente y muy peculiar, por el que tengo gran admiración, de sus pocas obras tenemos delicias como Bajo el peso de la ley con Roberto Benigni y Tom Waits, Extraños en el paraíso pasando por un atípico y magistral western en blanco y negro interpretado por Johnny Deep, Dead man, hasta la fantástica Noche en la tierra con la colosal Gena Rowlands entre otras.

Me sorprendió placenteramente, acostumbrada a su buena combinación de música con imágenes, su buena fotografía y dirección de actores, siempre tengo curiosidad de ver algo nuevo de Jarmusch, porque sé que pocas veces me dejará decepcionada, independientemente que la historia guste o no, su cine me engancha con facilidad, provocándome diferentes sensaciones.

Con la filosofía de los samuráis como hilo conductor (homenaje a Akiro Kurosawa), el personaje ha vuelto a renacer y saborea el presente, viviendo en una azotea con sus palomas que cría y mima, rodeado de sus objetos personales que lleva consigo, sus compacts de hip hop, su libro de samurai, sus armas, todo ello en un maletín cuidadosamente cerrado, una sensación de no querer despojarse ni un instante de sí mismo.

Un miembro de una organización mafiosa le salvó la vida, desde entonces trabaja como asesino a sueldo, hasta que un día se complica un asunto, y deciden eliminarlo.

Mientras tanto conoce a una niña en un parque, que como él lleva un maletín, cargado de libros, intercambian frases dándose cuenta que son similares, junto a un vendedor de helados haitiano que sólo habla francés y que Ghost Dog considera su mejor amigo.

Inolvidable y entrañable la escena de este trío, comiendo helados, ellos dos jugando al ajedrez, hablando idiomas que desconocen, intercambio de miradas y silencios, la niña observando el cuadro siendo partícipe por primera vez, creándose una atmósfera de complicidad entre ellos, almas errantes y solitarias con un denominador común, conocer.

Al final le entrega el libro a la niña, como si delegara en ella su continuidad.

Ghost Dog, the way of the samurai (1999)

Un Beso y Pura Vida.

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