viernes, febrero 10, 2006

NOCHE DE JULIO

Para Tomate (y demás visitantes); por una vez y sin que sirva de precedente, voy a poner un poema mío para que luego no haya conjeturas. Es más, voy a poner el más largo!

NOCHE DE JULIO

30 de julio. Tres de la mañana.
La desierta ciudad duerme el calor
mientras yo observo desde mi terraza
a dos adolescentes que se besan
en una despedida inabarcable,
como si el mundo fuera a terminarse.
Tres de la madrugada. Fin de julio.
Comienzo a escribir un nuevo poema.
A nuestros pies rompía el mar furioso,
se buscaban ansiosas nuestras bocas
ocultas en la arena y mis culpables
dedos palpaban bajo tu camisa.
Un coche ascendió lento la ladera.
Creo recordar que hace poco tiempo
leí este mismo verso en algún sitio.
Este calor se vuelve insoportable
y eso que estoy desnudo en el balcón.
Lo tacho. Continúo mi escritura.
La potencia en los faros de algún coche
anónimo que llega a nuestra playa
hace que se separen nuestros labios
y se elevan mis manos hacia el cielo
como si demostrasen su inocencia.

Sin darme cuenta acabo de cambiar
todo el tiempo verbal en el poema.
Demasiado calor. Inaguantable.
Enciendo otro cigarro. Tacho el párrafo.
Abajo, la pareja adolescente
sigue su ritual desesperado.
Miro al frente. Sólo una luz despierta
en todo el vecindario. Un insomne,
o quizá una llamada de la madre
naturaleza. Vuelvo a mis papeles.
Mientras amanecían nuestros sueños
los primeros pesqueros escuchaban,
silenciosos, ajenos y distantes,
nuestras promesas, nuestras confesiones.

De repente me saca del letargo
una mano que juega con mi pelo,
un beso que resbala por mi cuello.
‘Amor, ¿te falta mucho todavía?’
Ilumina de golpe mi ciudad
desierta, mi ciudad dormida, el cuerpo
sin ropa de quien vela entre mis sábanas.
Me toma de la mano, arrugo el folio
y lo tiro a la calle. Me conduce
hasta el colchón. Como un adolescente
mi mano busca ansiosa su entrepierna.
Noche de julio, deben ser las cuatro.
Antes de que amanezca queda tiempo
de un vuelo desalado al paraíso.
Son las cuatro, en la acera, una pareja
envidia sin saberlo mi destino,
y, mientras se despiden, él le canta
al oído palabras arrugadas…
a nuestros pies rompía el mar furioso,
se buscaban ansiosas nuestras bocas…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado, d...
De verdad, muchas gracias por compartir tus palabras.
Por unos instantes me he dejado transportar a esa terraza, he sido yo quien sudaba de calor y he podido ver a nítidamente a esos adolescentes besándose.
Gracias de verdad y espero que tus nos versos nos sigan acompañando.

d... dijo...

Gracias a ti, usuario anónimo, por tu mensaje... No me esperaba un comentario como ése, de verdad...
Sinceramente, para mí es un privilegio poder compartir mis humildes palabras con vosotros/as y conseguir que os lleguen a tocar mínimamente... aunque sea de refilón...

Un saludo y gracias de nuevo...

Thomas Canet dijo...

Yo me apunto al tren de los elogios. Me ha gustado mucho, siempre mejor hablar en primera persona, aunque sea de refilón, jajaja.
Pura Vida.

d... dijo...

Anda, que para dos personas que ponen comentarios, una es anónima y otra el señor '¿cuándo empezamos a comernos las p... entre nosotros?' (con todo mi respeto y mi buen rollo, eh?)
Así no vamos a ningún lao...
Al menos espero que, aunque no hagáis comentarios de los poemas, sí os compréis el libro cuando salga (joder, qué manera más sutil de vender!!!)
Ala, besos pa tós!