jueves, febrero 02, 2006

LAS LECHUGAS DE SERRANO

Lettuce - Angie

Que mes tan maratoniano, mis neuronas están tiesas, no sé si por el frío o porque no dan más de sí. Mi gran respiro son esos momentos maravillosos que disfrutas con tu gente, una forma de mantener el equilibrio en esta jungla de cristal que nosotros mismos edificamos en ocasiones.

El otro día por Serrano, nos dirigíamos hacia la inauguración de una exposición de artistas enajenados y anti-sociales que acabaron, como no, en psiquiátricos o suicidándose, todo un gustazo el evento.

En la entrada el bofetón del flash (el pesado de turno que contratan para estos menesteres), me dejo noqueada unas décimas de segundos, siendo inconsciente a partir de ese momento, la persecución que nos esperaba toda la noche.

Durante mi paseo pictórico se multiplico mi atención. Un desfile variopinto de especimenes iba tomando forma favoreciendo el cotilleo. Toda esa galería pintoresca que rayaba lo políticamente correcto en contraste al desfase o atrevimiento de otros, ofrecía un colorido alternativo impregnado de diversas esencias de frasco que revoloteaban por todas partes, mezclándose lo absurdo con el esnobismo, lo ininteligible con lo divertido, no sé bien si estaba en un baile de máscaras veneciano, con snoopy en génova o camino al cuartel en la nave de matrix.

Dos señoras armadas de gafas de sol con apellido, miraban detenidamente un pequeño grabado en blanco y negro, le dice una a la otra: “son los mismos que tienes tú en casa”, respuesta: “ay hija no, los míos tienen colores”, ¿veían algo con ese cartel de neon que llevaban puesto?

La azafata nos avisa que empieza el cóctel en la segunda planta, el fotógrafo a la caza de la foto, mientras los despistados/as buscábamos el manantial que ahogara nuestro dique seco… la espera tuvo su compensación con unos exquisitos canapés acompañados de un buen beber, además de la grata sorpresa de que se podía fumar... y perdimos a Williams.

Nos llamo la atención el jardín de lechugas, tan verdes y frescas, que adornaba el centro de todas las mesas, que pena, con la de ensaladas que haría. El fotógrafo me avisa que consiguió la foto sin que tuviera la copa cerca, ¡mira que majo!...la gente se fue retirando hasta que nos quedamos solos. Alfonso tuvo la idea de preguntar si nos podíamos llevar las lechugas, asintieron y nos ayudaron a recogerlas.

Contentos con nuestra mercancía, entre risas y frío, éramos los últimos gatos callejeando alrededor de escaparates prohibidos y coches de anuncio. Frente a la tienda de Carolina Herrera asediamos un contenedor cargado de llamativas bolsas recién tiradas por las dependientas, cambiamos nuestras lechugas de aposento dándoles cierta categoría.

Presumiendo de nuestra “compra” acabamos en un garito de jazz con unos músicos que hicieron las delicias de nuestros oídos, aunque la interrupción de Amanda y Alfonso cantando copla española casi nos cuesta la expulsión...que resaca de...


...Pura Vida.

P.D.: Las lechugas estaban riquísimas.

1 comentario:

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx dijo...

Las lechugas están riquísimas always...