5 MINUTOS

Varios meses de negociación intermitente. Llamadas, correos sin contestar, acercamientos al entorno sin resultados visibles. En las últimas semanas, sigo insistiendo ante la negativa reiterada de sus compañeros. Olvídate de Antonio, está muy mal, y además, es imprevisible.

Esta semana, por fin, todo se precipita. Surge una posibilidad, remota e incierta. Un concierto en la Escuela de Caminos y una intervención que podría calificarse de divina. La posibilidad merece todos los desbarajustes que he ocasionado en 24h, quedar mal con un puñado de gente. Es un buen momento para reiterar las disculpas...

En el lugar de los hechos, el road manager nos recibe sonriente. Creo que ni se acuerda que le he escrito varias veces y hemos hablado hace apenas unas semanas. Está claro, nada mejor que ir bien acompañado para ser visible. Montamos el equipo en tiempo récord tomando como fondo una hilera de taquillas y quedamos a la espera. Tensa espera.

Al poco tiempo aparece, frágil y encogido. Con un look muy distinto al que nos tiene acostumbrados en las portadas de discos. El hilillo de su voz, la calidez con la que me dió la mano, su amabilidad al pedirnos una copia de las fotos. Todos contenemos la respiración cuando toma asiento y mira a cámara. Es el fantasma de un niño travieso atrapado entre las ruinas de su cuerpo. Una leve sonrisa flota ante sus ojos inquietos. Posa con la tranquilidad del que mira desde el otro lado, sin nada que esconder, regalándolo todo. De nuevo, la generosidad de un monstruo. Vino con el alma en la mano, nos enseño quién es, y se desvaneció.

Y todo esto en 5 minutos, tan solo 5 minutos... Pura Vida.

Antonio Vega. 2006