martes, abril 04, 2006

LOQUILLO - BALMORAL

Recién nacidos al mito en su lecho de muerte, la noche de ayer fue especial. Y única, en su sentido más estricto. Irrepetible. Un bar que conocí hace apenas 2 semanas. Un clásico del Madrid más auténtico a orillas de la calle Serrano cerrado por derribo. Un viejo club al estilo inglés, antiguo, trasnochado, intemporal y al tiempo, lleno de encanto. Como sus habitantes. Una forma de entender la vida. Y un barman de leyenda, Manolo, amable, apasionado y rebosante de anécdotas.

Uno se siente un privilegiado cuando pisa un sitio así.

Y en este marco, una cita con el Loco. Un SMS escueto: Lunes 23H en Balmoral. Unos retratos conseguidos gracias a la diplomacía de ese gran mago que es Sabino Méndez. Como siempre, por la tarde, los nervios, las dudas, la imprevisibilidad de las estrellas. ¿Me dejará tirado? ¿Hasta dónde me dejará llegar? ¿Romper la máscara? Si se pudiera... El miedo escénico, el temor reverencial y un resto de serenidad reunidos ante una sesión de fotos calificada por Loquillo como única. Con esa voz grave y el dedo acusador. El tema, sencillo. Loquillo y Balmoral, un matrimonio bien avenido en el que el uno reafirma al otro.

La realidad, como siempre, supera a la ficción. Manolo como un clavo en la puerta del Balmoral media hora antes de la cita. Las llamadas del Loco avisando: Estate puntual que necesitará tiempo para preparar los focos. Y al subir los escalones, empiezo a darme cuenta. Va a venir, y voy a poder hacer las fotos. Llega tarde porque ha salido esa misma noche en el programa de Eva Hache. Unos pocos amigos le esperan y arropan para el fin de fiesta.
Y ocurre. Unos golpes en la puerta y aparece como un gángster de los años 20. La pose del cliente habitual que se sabe el centro de atención. Movimientos estudiados al milímetro. Traje y polo negro, mocasines burdeos, pañuelo de seda anudado al cuello. Las gafas de sol tan necesarias a esas horas y el tupé que no envejece. Y en la cima de ese coloso construido con tesón, la sonrisa de un niño travieso.

Y comienza el espectáculo. Loquillo posa ofreciendo la mejor cara de su personaje, ese que ya lo ocupa todo. Con paciencia, humor, estoicismo y sobre todo, una profesionalidad apabullante. Ni una palabra de más, el diálogo estrictamente necesario para mejorar la imagen final. Sujeto y fotógrafo trabajando en una misma dirección. Me siento respetado y respetable. Y comienzo a notar la profundidad del regalo que me ha hecho este hombre. Me limito a recoger lo que me da, consciente que no puedo romper el equilibrio tácito que hemos asumido. No en este santuario. Solo me permito una travesura al final de la sesión. Contengo la respiración y aprieto el disparador. Balmoral se estremece. Vale la pena vivirlo.


Proyecto de retrato de Loquillo en Balmoral. 2006 Posted by Picasa

2 comentarios:

Rocker World Citizen dijo...

Buen reportaje. Loquillo continua realizando buenos trabajos.

Anónimo dijo...

LOQUILLO
FIRMARÁ EJEMPLARES DE SU NUEVO ÁLBUM
EL 9 DE ABRIL EN LA SALA CASTELLÓ
A PARTIR DE LAS 19'00 HRS.

¡NO PUEDES PERDÉRTELO!

MÁS INFO EN: INFO@SALACASTELLO.COM