sábado, enero 14, 2006

CUIDAD INMORTAL CIUDAD ENFERMA

Ha llegado el momento de sentarse ante las pruebas. Los únicos hechos que sobresalen por encima de los recuerdos. Las líneas escritas a toda prisa en un autobús, en la orilla del sueño. Las imágenes robadas al olvido, latentemente apresadas en una pequeña caja oscura. Reconstruir, reinventar, lamentarse por los errores, por la falta de sensibilidad, por recoger algo que no está a la altura que de lo vivido. Sentir como una furia punzante la presencia de la técnica, de los viejos trucos que debimos abandonar hace muchos años, pero que consiguen salvar los muebles de la quema cuando todo lo demás falla. Y en algún momento, combrobar que una media sonrisa se desvela, sentir que hay algo que fluye. Que la belleza, por un pequeño instante, ha conseguido abrirse camino. Y asegurar, como un jugador borracho de juego en un casino, que un rayo puede caer dos veces sobre un mismo árbol. ¿Y porqué no?

Nueva York cuidad inmortal, que nos diría Bunbury, y a la vez ciudad enferma. He vuelto a robar el título a cuantos he podido. No puedo sino reconocer que es mi especialidad. Esta serie neoyorquina como un blues acústico perdido en el fragor de la gran ciudad. Inquietante y melancólico. Que lentamente deriva, se transforma en gospel, en espiritual. Una voz ronca que nos canta desde el fondo de una botella de aguardiente. Y vuelvo a robar otro verso, esta vez de J.J., con una guitarra en la mano, no le tengo miedo a nada.

Pura Vida.

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